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La adolescencia es un proceso que no se resuelve a una edad establecida, sino al alcanzar determinados progresos psíquicos que permiten la incorporación a la vida adulta.

En este proceso se van a producir cambios importantes, que con frecuencia desestabilizan a los jóvenes. A veces,  en estas situaciones, aparecen diferentes tipos de síntomas: depresiones, fracaso escolar, insomnios, reacciones psicosomáticas,  conductas sociales desadaptadas, etc.

El malestar de los jóvenes repercute en las relaciones familiares. Los padres también se ven afectados al tener que enfrentarse a nuevos conflictos, frente a los que deben dar respuestas diferentes que no siempre encuentran. Todo ello hace que a menudo la comunicación familiar se vuelva difícil o imposible.

Cuando aparecen estas dificultades, antes de planificar cualquier intervención,  es imprescindible realizar conjuntamente con los implicados un análisis de la situación. Mediante entrevistas individuales, familiares y de pareja, el equipo profesional escucha a los protagonistas, acoge los diferentes puntos de vista y valora los recursos con los que cada cual cuenta. Tras la evaluación de todo ello se realiza una valoración diagnóstica en la que  se incluye una propuesta de intervención.

Desde este servicio se ofrecerá información, orientación y apoyo para que los procesos de cambio puedan iniciarse. Se trata de comenzar un camino que guíe todos los esfuerzos en una misma dirección.

 

Valoración y orientación a Jóvenes y Familias

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